ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL BEATO ANDRÉS DE SANSEPULCRO, 1215/2015

En la festividad del Beato Andrés, el 31 de agosto vendrá a cumplirse los 700 años del fallecimiento del Beato Andrés, uno de los primeros religiosos de la Orden que contó con el reconocimiento público de su especial santidad. Nuestra Fraternidad venera una reliquia ex ossibus de este venerado fraile servita.  Con motivo de esta efeméride nuestra Fraternidad expondrá solemnemente su Reliquia el próximo día 14 de septiembre durante las Vísperas de la solemnidad de Nuestra Señora
La figura del Beato Andrés es conocida en la hagiografía de la Orden desde el siglo XV, sin embargo ya al final del siglo XIV su retrato se encuentra en un fresco en la capilla de la iglesia de la Orden en Siena, junto con el de otros santos frailes.

Gracias a la documentación existente sabemos que en 1273 conoció en Sansepulcro a San Felipe Benicio, del cual escuchó una homilía sobre la renuncia de los bienes terrenos que lo llevó a decidir entrar en la Orden. La decisión de entrar en la Orden podría haber sido en 1272. En 1280, siempre según la tradición, fue ordenado sacerdote; regresó a Sansepulcro en 1285. Durante un largo periodo fray Andrés vivió su vida religiosa alternándose entre el convento de Sansepulcro y la ermita de Barúcola. Precisamente en Barúcola, la mañana del 31 de agosto de 1315, en la hora predicha por él mismo y después de una noche de oración, fue llamado por Dios. Su cuerpo, encontrado por los hermanos en la actitud de oración bajo una grande haya, fue trasladado a Sansepulcro donde desde entonces es custodiado en la iglesia de Santa María de los Siervos.
Una Leyenda quiere que algunos osos, que deseaban estar cerca del cuerpo ya que se había convertido en amigo de ellos, habrían excavado una fosa para impedir el traslado a Sansepulcro. En la ciudad el cuerpo fue sepultado en la iglesia de los frailes Siervos de Santa María, donde fue visto por el visitador apostólico en 1583 y donde, en 1740, fue puesto en una nueva urna colocada dentro del altar mayor.


La vida del Beato Andrés evoca dos características fundamentales de la vida cristiana, y de la vida religiosa en particular. Ante todo, el primado de Dios, al cual dedicar el tiempo de la escucha. Después la atención de los hermanos a los cuales transmite la Palabra de Dios. Por tanto, la dimensión comunitaria – y eclesial – de la experiencia cristiana: el de Barúcola, en efecto, no es un eremitorio individual, sino más bien comunitario. Por último, la capacidad de estar en comunión con la creación. Ciudad y montaña, convento y ermita, escucha y predicación: más que indicar elementos opuestos estos términos encierran los muchos aspectos de la vida espiritual del Beato Andrés, figura única en la persistencia del aspecto ermitaño dentro de la Orden aun después de la experiencia originaria.