Si bien es cierto que en 1692 la Virgen en su advocación de
los Dolores es nombrada Patrona Principal
de la Orden de los Siervos de María, hay que observar que ya desde los
inicios del grupo fundacional se atribuía al color negro del hábito su relación
con la viudez de Nuestra Señora. Al extenderse la Orden más allá de los Alpes
pronto adoptó la iconografía y devoción a la Virgen dolorosa sobretodo en su
Piedad o sexta Angustia. Durante el renacimiento y con la reforma de alemana de
la Orden se acrecienta la devoción no sólo a María al pie de la cruz- fiesta
que se venía celebrando a fin de la cuaresma-
sino a la contemplación del camino doloroso de su vida, por su íntima asociación a la Obra de la
Redención, y no sólo centrándose en el Calvario, aunque éste fuera el momento
culminante.
La fiesta de
septiembre:
Los miembros de la Tercera Orden servita así como los
pertenecientes a la Compañía del Hábito frecuentaban la celebración mensual de su
oración y corrección de vida los terceros domingos de cada mes: en el siglo
XVII era ya frecuente celebrarlas con
cierta solemnidad, eligiéndose la del mes de septiembre como la más importante
con una fiesta dedicada a todos los dolores sufridos por la Virgen. El nueve de
junio de 1668, el Papa Clemente IX Rospigliosi concedió para ese día, tercer
domingo de septiembre, a la Orden de los Siervos de María celebrar Fiesta de los Siete Dolores de la Virgen y a mediados de
ese mismo siglo se consideraba como todo el mes consagrado a la Dolorosa, razón
por la que Papa León XIII Pecci concedió indulgencia plenaria cualquier día de
septiembre o del día uno al ocho de octubre.
Esta celebración tan especial e
íntima de los servitas se va extendiendo por toda la Iglesia; el dieciséis de
septiembre de 1673 la otorga a la Diócesis de Córdoba el Papa Clemente X
Altierie, y el Papa Clemente XII Corsini, , en 1735 la extiende a petición del
Rey Felipe V a los territorios españoles. El Papa Pío VII Chiaramonti, la
declara en 1801 fiesta de precepto de segunda clase para la isla de Cerdeña y en 1807 El mismo pontífice, la
concede a la Iglesia metropolitana de Sevilla y acaba extendiéndola para toda
la Iglesia el dieciocho de septiembre de 1814 tal como con memoramos hace dos
años dicho acontecimiento en su II Centenario.
En la reforma litúrgica de 1914, la fiesta del tercer domingo de
septiembre se fijó el quince de
septiembre, haciendo pareja con la del día anterior: la Exaltación de la Santa Cruz. Tras la supresión
del Viernes de dolores en el calendario Universal de 1960 se fijó la celebración de Nuestra
señora de los Dolores el quince de septiembre, aunque la Orden recuperó la
solemnidad de santa María al pie de la cruz algunos años más tarde.